50% de las mujeres de Quintana Roo tienen trabajos informales

De las 379 mil mujeres que se encuentran en el mercado laboral en Quintana Roo, 50% lo hace desde la informalidad, porque deben conjugar la vida profesional con el cuidado de la familia y se enfrentan a la falta de flexibilidad que existe en los puestos formales de trabajo.

Ante este panorama, Erika Cornelio Ramos, presidenta del Instituto de Empoderamiento y Liderazgo Zazil Ha, consideró que la informalidad es un tema complejo, porque los empleos formales implican más procedimientos y trámites, por lo que muchas empresas se manejan fuera de registro de la autoridad.

Recalcó que el impacto económico de esta situación es mayor entre las mujeres, quienes además de buscar el sustento diario cumplen con roles en el hogar, trabajo no remunerado que implica una mayor jornada laboral, por lo que los empleos formales no facilitan ambas funciones.

“La informalidad significa que no tengas acceso a prestaciones sociales, seguridad social, condiciones laborales dignas; todo eso hace que las personas que accedan a este tipo de empleos no los tengan garantizados, pero sobre todo después de la pandemia se recrudeció, principalmente en las mujeres”, explicó.

Cornelio Ramos recalcó que el crecimiento de la informalidad refleja las condiciones de vulnerabilidad en las que muchas mujeres viven, pues la estadística establece que de los 33 mil 233 empleos que recuperaron las mujeres en Quintana Roo entre 2021 y 2022, solo 6 mil 678 son formales.

En contraste, los hombres recuperaron 38 mil 490 empleos, solo 2 mil 781 fueron informales, revela la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Aseguró que las mujeres tienen la gran carga histórica de mantener el cuidado del hogar, lo que les impide el desarrollo profesional y acceder a mejores puestos laborales que requieren ciertas características como funciones con horarios de más de ocho horas.

“Pero si las aceptan con estas condiciones, implica una doble o triple jornada, porque no solamente es la labor de preparar a los hijos para ir a la escuela, ir a trabajar para regresar a sus casas para las tareas y cuidado del hogar”, ejemplificó la especialista.

Acotó que no existen políticas públicas que permitan recompensar las tareas del hogar, pese a que las estadísticas muestran el tiempo que dedican a las labores no remuneradas, aun así, no se promueven un trato más justo, consideró la activista por los derechos de la mujer.

“Claro que este impacto de crecimiento en la informalidad es un impacto en la lucha de acceso a una vida digna para las mujeres, sigue siendo un tema de política pública del estado”, concluyó.

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